"En la noche que me envuelve, negra como un pozo insondable,
doy gracias al dios que fuere por mi alma inconquistable. En las garras de las
circunstancias no he gemido ni llorado. Ante las puñaladas del azar, si bien he
sangrado jamás me he postrado. Más allá de este lugar de ira y de llantos
acecha la oscuridad con su horror. No obstante la amenaza de los años me halla
y me hallara sin temor, ya no importa cuán recto haya seguido el camino, ni
cuantos castigos lleve a la espalda, soy el amo de mi destino, el capitán de mi
alma…” (Invictus)
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